El sábado a la tarde, después del taller de CODENI, según lo planeado nos encontramos en IMDEC con un grupo de gente para ir a Los Altos de Jalisco. El Estado de Jalisco es de los más conservadores del país, de hecho en Los Altos de Jalisco comenzó el movimie
nto cristero de la década del ’30 cuando se quiso separar la Iglesia del Estado y ambos se pusieron en pie de guerra a defender su poder.
Nuestro viaje tenia como primer destino a Temacapulin, un pueblo que según el proyecto de la presa El Zapotillo quedaría bajo las aguas junto con Palmarejo y Acasio.
La situación de Mexico en relación al abastecimiento de agua apta para el consumo es gravísima, en los hechos el acceso al agua potable, fuente de toda forma de vida,
esta privatizado. El agua que sale de la canilla no es segura para consumir, cocinar o lavar alimentos que vayan a ser comidos crudos. La Ciudad de México literalmente se hunde por la rapidez con que se consumen sus aguas subterráneas y las fuentes de agua dulce en la superficie terrestre sirven de drenaje para los grandes centros urbanos y cordones industriales, inutilizándola para cualquier otro uso (sea consumo, riego, etc.).
El discurso estatal avalando la construcción de la presa El Zapotillo se cen
tra en la necesidad de abastecer de agua para consumo doméstico a la ciudad de Guadalajara y León, pero existen informes de la Comisión Estatal de Agua que indican que la pérdida de agua por falta de refacciones en red de distribución es el doble del déficit actual, es decir que si se invirtiera en realizar las refacciones necesarias en la red de distribución no sería necesario afectar nuevas fuentes de agua para abastecer el consumo de las ciudades. Por otro lado algunas ONG y profesionales en la materia indican que la construcción de la presa tiene su objetivo en abastecer de agua a grandes industrias de los cordones industriales de ambas ciu
dades, lo que es aún más grave por los consecuentes desechos sin tratamiento que van a contaminar las fuentes de agua para la red doméstica.
En fin, Temacapulín es un pueblo con alrededor de 420 habitantes permanentes e incontables “hijos ausentes”, emigrados forzosamente por causas económicas sobre todo a Monterrey a trabajar en las paleterías, por lo que la mayoría de los habitantes permanentes son personas de más de 40 o 50 años, algunos niños y niñas pequeñas y pocos adolescentes y jóvenes.
La cabecera municipal es un pueblo de ganaderos y terratenientes montados en sus 4 x 4 llamado Cañadas de Obregón, históricamente enfrentado con Temacapulín.
La gente de Temaca (como le dicen en la zona) da cuenta de la historia del pueblo a través de su propia historia familiar, ya que muchos han nacido allí al igual que sus padres
y sus abuelos. Los habitantes de Temaca han sabido interactuar armónicamente con sus recursos naturales como fruto de las experiencias y saberes transmitidos de generación en generación a lo largo de los años, mostrándose a los ojos de los visitantes como una comunidad sustentable, además de pintoresca y amable.
La provisión de agua fría del pueblo proviene de un manantial cercano y la de agua caliente directamente de pozos de agua termal (que también atraen a los turistas) por lo que no se utilizan co
mbustibles no renovables para calentarla, sino sólo gas para cocinar. Los alimentos que nutren tanto a sus habitantes como a los visitantes crecen en las fértiles tierras alrededor del pueblo que también alimentan el ganado, y el Río Verde (cuyo curso se proyecta modificar con la construcción de la presa) provee de peces, aunque no con la abundancia y calidad de hace unos años.
Al llegar a Temaca nos esperaban con unos elotes (choclo) asados y hervidos crecidos en la milpa (tierra de siembra) de Don Germán, quien los preparó para nosotros y no pudimos evitar reflexionar sobre el contraste que significó tener que transportar nuestra propia agua y salir de La Huizachera para hacernos de alimentos “seguros” y el sabor del elote recién cosechado en tierras vecinas, sin colorantes, conservantes, pesticidas, ni exper
imentos genéticos. Y consecuentemente, en la tristeza que nos abruma ante la posibilidad de que el pueblo completo desaparezca para alimentar la adicción de los grandes centros urbanos a los recursos naturales no renovables, sin planificación, racionalidad ni cálculo de las consecuencias.
El pueblo de Temaca está movilizado y dando batalla, no están dispuestos a que se los borre del mapa junto con su historia, sus valores y su forma de vida. Hay un Comité Salvemos Temaca del que forma parte casi todo el pueblo y claras muestras que la lucha se dará en el plano que sea (hace unos
meses un grupo de mujeres mayores impidieron la entrada ilegal de máquinas al pueblo cortando la ruta y rezando durante varias horas, hay un video en que se ve a una mujer de 88 años agarrando a bastonazos a un funcionario municipal que les dijo que la presa se iba a hacer y si no se querían ir les iban a comprar salvavidas).
Lo cierto es que la lucha se esta dando desde la movilización social por un lado y desde el marco legal y propuestas de alternativas por otro (hay universidades, ONG, Institutos de investigación que proponen alternativas más económicas y sustentables), pero la defensa
de la tierra no es gratuita, casi todos los involucrados han sufrido amenazas y es muy común oír a las mujeres narrar pesadillas en que sus hijos mueren ahogados.
Después de cenar elotes frescos y tomar unas cervezas en el bar del pueblo caminamos con el fresco de la noche a la casa que nos prestaron para pasar la noche (primera noche fresca desde que estoy en mexico, que lindo el aire de la sierra!). El grupo estaba compuesto por Sara y Arthur, Marco (de IMDEC), Blanca (voluntaria en La Huizachera), Brenda (estudia antropología en Monter
rey y esta trabajando en su tesis), Sivoney (estudia sociología en León y esta haciendo un documental) y su novio. La noche fresca y la buena compañía nos llevó a alargar la agradable charla con un tesito de hierbas digestivas que juntó Sivoney por el pueblo.
Al día siguiente, el entusiasmo por ver el pueblo y salir a caminar por sus calles con la luz del día hizo que nos levantáramos tempranísimo, aunque no salíamos para San Gaspar hasta las 10,30.
San Gaspar es un pueblo de 3000 habitantes a una hora de Temaca que hace un tiempo detuvo la construcción de una presa que los dejaría bajo el agua. El encuentro en San Gaspar fue para intercambiar experiencias y continuar el trabajo iniciado de una mesa
de planificación sustentable para toda la cuenca, no sólo pensando en el agua sino en el cuidado de otros recursos fundamentales, de dicha mesa de trabajo forman parte varias organizaciones nacionales y locales, además de la Universidad de Guadalajara entre otras y profesionales independientes.
Según lo que Marco me comentó la lucha en San Gaspar se distingue de la de Temaca porque en la primera los habitantes rápidamente se organizaron y se hicieron de recursos económicos enviados por los j
óvenes que están trabajando en EEUU, además de haber sido una resistencia mucho más violenta (si en Temaca detuvieron las máquinas rezando, en San Gaspar las prendieron fuego). Es interesante escuchar la experiencia colectiva adquirida por los habitantes de San Gaspar en la lucha contra la presa y como después que el proyecto se canceló comenzaron a volver los jóvenes que estaban trabajando en EEUU a proyectar su vida en el pueblo que los vio nacer.
Camino a San Gaspar con la combi llena de gente (los que veníamos de Gua
dalajara más algunos pobladores de Temaca), el aire fresco entrando por las ventanillas, el paisaje de los altos y el cd Aguas, canciones para que fluya (grabado en Colombia con la participación de artistas como Aterciopelados y otros), me acordaba de la alegría en la militancia, la lucha y el encuentro que tanto hemos compartido con algunos y carecido con otros.
No quiero dejar de mencionar el papel que está haciendo la Iglesia como institución en la lucha de Temaca. Como ya dije es una zona muy conservadora y la Iglesia tiene mucha influencia en la vida cotidiana y las instituciones, en este caso a dejado a la gente sola en su lucha y eso desilusiona al pueblo que encontró sostén espiritual y material en un cura que tiene parroquia en Guadalajara, pero nació y creció en Temaca. El cura Gabriel, referente y líder para los habitantes de Temaca en algún momento fue llamado a silencio por la cúpula eclesial al punto que no le permiten dar misa en Temaca, pero continúa firme en sus convicciones y del lado de los más pobres (y vulnerables).