El viernes Mariano me levantó cuando se iba a trabajar (a las 6,30) ya que yo no tengo despertador. Todavía tenía un rato largo antes de salir para la UNAM, así que me levanté tranquila, me dí una ducha, desayuné y escribí un rato antes de salir a tomar el Metro.
En el Metro tengo oportunidad de reflexionar sobre los últimos días, duermo poco, ando un montón y escribo muchísimo más que normalmente. Comparo mi situación con la de mis compañeros ocasionales en el metro, gente que va a trabajar, recién comienza el día, pero están agotados, sólo veo caras largas y ojos tristes. Me doy cuenta también yo estoy trabajando, trabajo bastante, casi todo el tiempo, sacando fotos, observando y tomando notas. ¡Justo como quería que fuera el viaje! Que disfrute lo que hago y nadie me pague por hacerlo no quiere decir necesariamente que no sea un trabajo ¿o si?
Después de unas cuantas estaciones, llego al Campus de la UNAM. El Metro me deja en la entrada de un predio enorme, más de lo que me imaginaba. Salgo de la estación de metro, subo unas escaleras y encuentro la entrada. Allí mismo, en prolijos carteles, encuentro información sobre la localización de cada una de las facultades, hospitales (veterinario, odontológico, psiquiátrico y de medicina general) e institutos de investigación que tiene sede dentro del campus. Hay un ordenado y frecuente servicio de colectivos gratuitos que recorren todo el campus llevando y trayendo a alumnos, profesores y visitantes. Los recorridos están a la vista, así es que me resulta muy fácil llegar a la Facultad de Filosofía y Letras donde se dicta el Seminario al que voy.
La Facultad de Filosofía y Letras es un edificio de tres plantas amplio y muy luminoso, los salones de grado están en un ala y los de posgrado (más reducidos en cantidad y tamaño) en otra. Los carteles, afiches y propagandas pegados en las carteleras, paredes y columnas me resultan familiares por sus contenidos, no muy distinto a lo que uno puede encontrar en la UBA o la Universidad de La Plata. La disposición y funcionalidad del espacio si es muy distinta. El edificio cuenta con dos grandes patios internos, uno con una fuente de agua rodeada de césped y árboles, y otro un poco más grande con un área verde y un espacio con techo de vidrio con mesas redondas y sillas que es el área de estudios. En general el ambiente es muy agradable y todo el edificio esta rodeado por grandes espacios verdes que lo separan de la Facultad de Derecho a hacia un lado y de la Biblioteca principal hacia el otro.
Rápidamente encuentro el salón 5 del área de posgrado, pero es temprano aún y nadie ha llegado. Decido pasar el tiempo que falta caminando por los pasillos y tomando algunas fotos.
Cuando se hace la hora vuelvo al salón pero todavía no hay nadie. Busco a quien preguntar si hubo alguna modificación y descubro que es feriado para todo el personal administrativo lo que me complica bastante. Recuerdo que Patricia me dio su celular con la consigna de llamarla en caso de no encontrar el salón, busco un telefono público pero el único que encuentro esta fuera de funcionamiento, vuelvo al salón con la esperanza que haya alguien, quizás tan perdido como yo. Encuentro una mujer que no es alumna del seminario pero al conocer mi problema ofrece su celular para que mande un mensaje, lo envío pero después de varios minutos seguía sin recibir respuesta y a la mujer se le hacía tarde.
Muy desilusionada, y ya sin saber que más hacer doy una última vuelta por la Facultad y decido aprovechar el día visitando el Zócalo, la plaza principal de la ciudad, donde se encuentra el Palacio Presidencial entre otros edificios históricos. Al salir encuentro un teléfono público que antes no había visto e intento, una vez más, comunicarme con Patricia, sólo puedo dejar un mensaje en su contestador y me todo el colectivo de la universidad que me lleva a la Estación del Metro.
Cada vez que tomé el Metro vi imágenes que quise fotografiar, así es que ahora con tiempo entre mis manos decidí sacar la cámara y documentar el mundo del transporte público en Cuidad de México. Después de algunos minutos de andar con la cámara en la Estación se me acercó un guardia de seguridad y a cara de perro me dijo que guarde la cámara y le muestre la autorización para sacar fotos ahí. Guardé la cámara, le expliqué que no tenía autorización, que no sabía que la necesitaba y me disculpé masticando mi frustración.
Espero el Metro y me voy rumbo al Zócalo. El calor en el Metro es indescriptible, cualquier cosa que tenga puesto es demasiado y si no terminas ensopado en tu propia transpiración, será en la del pasajero de al lado. Así y todo la gente hoy anda abrigada (con sweter de lana o campera) porque esta fresco (20°C).
La idea de conocer el Zócalo no me había resultado atractiva hasta que la noche anterior me llevaron a recorrer algunos sitios turísticos (de pasadita en auto entre la inauguración de la muestra y la cantina) y lo ví decorado con incontables luces formando la bandera de Mexico y los rostros de algunos próceres.
El día estaba nublado y el smog de la ciudad hace que sea imposible capturar edificios y todo lo que está un poco alejado de la cámara con nitidez, así fue que sólo saque algunas fotos. Además la plaza estaba llena de policías por los preparativos de carpas y escenarios para los festejos del 15 y como la cana me da urticaria, sea del país que sea, di una vuelta y me metí de nuevo en el Metro y fui a lo de Mariano y Evelyn.
Mariano todavía estaba trabajando y Evelyn había salido, así que pasé por la panadería donde trabaja Mariano (que queda a 5 cuadras de su casa) a buscar la llave y me fui a descansar un rato y escribir un poco.
Al rato volvió Evelyn y no mucho después llegó Mariano de trabajar. Yo pensaba ir al Mercado con cámara y trípode a sacarme las ganas, pero se ofrecieron a llevarme en el auto al Parque Nacional Desierto de los Leones (no me supieron explicar porque se llama así) que queda camino a Toluca y acepté gustosa.
Lamentablemente ninguno de los tres pensó en la hora o que era viernes y nos vimos atrapados en un tremendo embotellamiento apenas enfilamos para el parque. Acá se maneja terriblemente mal, mucho peor incluso que en Ushuaia, Buenos Aires o La Plata, así que fue bastante estresante tener a camionetas, colectivos y camiones a apenas unos centímetros del auto (ni hablar de ir con el codo en la ventanilla!).
Finalmente llegamos al parque para confirmar que había valido la pena. El paisaje del parque me recordó a la subida al Cerro San Javier en Tucumán. Vegetación abundante, árboles altos y plantas de grandes hojas. Lo que parecen cerros son montañas que doblan en altura a las de Tierra del Fuego, sólo que como estamos muy por encima del nivel del mar no parecen tan imponentes a la vista.
Comemos algo antes de caminar un poco, decido probar algo desconocido y pido un taco de flor de zapallo y uno de huitlacoche. La tortilla del taco esta hecha con maíz verde y el resultado es una masa color verde musgo. El de flor de zapallo tiene buen sabor y el relleno es de color blanco y naranja. El de huitlacoche me da un poco más de impresión, el relleno es completamente negro, de una textura áspera y un sabor que no puedo definir. Después de probarlos les agregó un poco de picante sólo para confirmar que mejor hubiera sido comerlos como me los sirvieron.
En el Parque hay un ex Convento y caminamos uniendo varias ermitas abandonadas a la vegetación del lugar. Volvemos al auto justo a tiempo para no mojarnos con la lluvia que amenazó toda la tarde pero nos permitió la caminata.
Una vez superado el trafico de vuelta, llegamos a casa y Evelyn invita a Rodrigo (uno de los chicos con los que salimos ayer) a cenar con nosotros.
Rodrigo es artista plástico oriundo de Oaxaca, una región bellísima (según dicen los que conocen) del sur de México.
La charla se extiende, hablamos de todo un poco, Evelyn nos muestra algunas de sus fotos (las de su tesis) y yo muestro fotos de Ushuaia y de mi familia y quedan impresionados (por Ushuaia, no tanto por mi familia jaja!).
Rodrigo promete organizar una excursión para llevarme al Volcán de Toluca o Nevado de Toluca, es un volcán en cuyo interior hay lagunas que se pueden visitar. Aprovecho a preguntar si la ceremonia que se hace el 15 conmemorando la Declaración de Independencia, en que el Presidente en persona sale del Palacio Presidencial y da el grito de la Independencia seguido por la multitud reunida en la Plaza era tan impresionante como me habían dicho y la respuesta fue “No vale la pena, pero debe ser bonito pa’ti siendo turista”. Y como si soy turista, pero no soy para nada mujer de multitudes decidí que era algo que me podía perder, después de todo la Independencia también se festeja en Guadalajara.
Más datos curiosos y no tanto:
- Pulque: bebida alcohólica y lechosa realizada con la fermentación del magüey (planta similar al aloe vera).
- En la Estación de Metro estaban promocionando un nuevo producto de Garnier (la marca de cremas) que se llama Clarify y promete que con su uso regular la piel queda 2 tonos más clara. ¿Esto existe en la Argentina? Quizás las publicidades sólo me llaman la atención porque observo más y en argentina no les daba bola, pero hay cosas que me hacen sentir que vivo en otro mundo o que me estoy volviendo loca. ¿Hasta dónde vamos a llegar por convertirnos en lo que no somos?
En el Metro tengo oportunidad de reflexionar sobre los últimos días, duermo poco, ando un montón y escribo muchísimo más que normalmente. Comparo mi situación con la de mis compañeros ocasionales en el metro, gente que va a trabajar, recién comienza el día, pero están agotados, sólo veo caras largas y ojos tristes. Me doy cuenta también yo estoy trabajando, trabajo bastante, casi todo el tiempo, sacando fotos, observando y tomando notas. ¡Justo como quería que fuera el viaje! Que disfrute lo que hago y nadie me pague por hacerlo no quiere decir necesariamente que no sea un trabajo ¿o si?
Después de unas cuantas estaciones, llego al Campus de la UNAM. El Metro me deja en la entrada de un predio enorme, más de lo que me imaginaba. Salgo de la estación de metro, subo unas escaleras y encuentro la entrada. Allí mismo, en prolijos carteles, encuentro información sobre la localización de cada una de las facultades, hospitales (veterinario, odontológico, psiquiátrico y de medicina general) e institutos de investigación que tiene sede dentro del campus. Hay un ordenado y frecuente servicio de colectivos gratuitos que recorren todo el campus llevando y trayendo a alumnos, profesores y visitantes. Los recorridos están a la vista, así es que me resulta muy fácil llegar a la Facultad de Filosofía y Letras donde se dicta el Seminario al que voy.
La Facultad de Filosofía y Letras es un edificio de tres plantas amplio y muy luminoso, los salones de grado están en un ala y los de posgrado (más reducidos en cantidad y tamaño) en otra. Los carteles, afiches y propagandas pegados en las carteleras, paredes y columnas me resultan familiares por sus contenidos, no muy distinto a lo que uno puede encontrar en la UBA o la Universidad de La Plata. La disposición y funcionalidad del espacio si es muy distinta. El edificio cuenta con dos grandes patios internos, uno con una fuente de agua rodeada de césped y árboles, y otro un poco más grande con un área verde y un espacio con techo de vidrio con mesas redondas y sillas que es el área de estudios. En general el ambiente es muy agradable y todo el edificio esta rodeado por grandes espacios verdes que lo separan de la Facultad de Derecho a hacia un lado y de la Biblioteca principal hacia el otro.
Rápidamente encuentro el salón 5 del área de posgrado, pero es temprano aún y nadie ha llegado. Decido pasar el tiempo que falta caminando por los pasillos y tomando algunas fotos.
Cuando se hace la hora vuelvo al salón pero todavía no hay nadie. Busco a quien preguntar si hubo alguna modificación y descubro que es feriado para todo el personal administrativo lo que me complica bastante. Recuerdo que Patricia me dio su celular con la consigna de llamarla en caso de no encontrar el salón, busco un telefono público pero el único que encuentro esta fuera de funcionamiento, vuelvo al salón con la esperanza que haya alguien, quizás tan perdido como yo. Encuentro una mujer que no es alumna del seminario pero al conocer mi problema ofrece su celular para que mande un mensaje, lo envío pero después de varios minutos seguía sin recibir respuesta y a la mujer se le hacía tarde.
Muy desilusionada, y ya sin saber que más hacer doy una última vuelta por la Facultad y decido aprovechar el día visitando el Zócalo, la plaza principal de la ciudad, donde se encuentra el Palacio Presidencial entre otros edificios históricos. Al salir encuentro un teléfono público que antes no había visto e intento, una vez más, comunicarme con Patricia, sólo puedo dejar un mensaje en su contestador y me todo el colectivo de la universidad que me lleva a la Estación del Metro.
Cada vez que tomé el Metro vi imágenes que quise fotografiar, así es que ahora con tiempo entre mis manos decidí sacar la cámara y documentar el mundo del transporte público en Cuidad de México. Después de algunos minutos de andar con la cámara en la Estación se me acercó un guardia de seguridad y a cara de perro me dijo que guarde la cámara y le muestre la autorización para sacar fotos ahí. Guardé la cámara, le expliqué que no tenía autorización, que no sabía que la necesitaba y me disculpé masticando mi frustración.
Espero el Metro y me voy rumbo al Zócalo. El calor en el Metro es indescriptible, cualquier cosa que tenga puesto es demasiado y si no terminas ensopado en tu propia transpiración, será en la del pasajero de al lado. Así y todo la gente hoy anda abrigada (con sweter de lana o campera) porque esta fresco (20°C).
La idea de conocer el Zócalo no me había resultado atractiva hasta que la noche anterior me llevaron a recorrer algunos sitios turísticos (de pasadita en auto entre la inauguración de la muestra y la cantina) y lo ví decorado con incontables luces formando la bandera de Mexico y los rostros de algunos próceres.
El día estaba nublado y el smog de la ciudad hace que sea imposible capturar edificios y todo lo que está un poco alejado de la cámara con nitidez, así fue que sólo saque algunas fotos. Además la plaza estaba llena de policías por los preparativos de carpas y escenarios para los festejos del 15 y como la cana me da urticaria, sea del país que sea, di una vuelta y me metí de nuevo en el Metro y fui a lo de Mariano y Evelyn.
Mariano todavía estaba trabajando y Evelyn había salido, así que pasé por la panadería donde trabaja Mariano (que queda a 5 cuadras de su casa) a buscar la llave y me fui a descansar un rato y escribir un poco.
Al rato volvió Evelyn y no mucho después llegó Mariano de trabajar. Yo pensaba ir al Mercado con cámara y trípode a sacarme las ganas, pero se ofrecieron a llevarme en el auto al Parque Nacional Desierto de los Leones (no me supieron explicar porque se llama así) que queda camino a Toluca y acepté gustosa.
Lamentablemente ninguno de los tres pensó en la hora o que era viernes y nos vimos atrapados en un tremendo embotellamiento apenas enfilamos para el parque. Acá se maneja terriblemente mal, mucho peor incluso que en Ushuaia, Buenos Aires o La Plata, así que fue bastante estresante tener a camionetas, colectivos y camiones a apenas unos centímetros del auto (ni hablar de ir con el codo en la ventanilla!).
Finalmente llegamos al parque para confirmar que había valido la pena. El paisaje del parque me recordó a la subida al Cerro San Javier en Tucumán. Vegetación abundante, árboles altos y plantas de grandes hojas. Lo que parecen cerros son montañas que doblan en altura a las de Tierra del Fuego, sólo que como estamos muy por encima del nivel del mar no parecen tan imponentes a la vista.
Comemos algo antes de caminar un poco, decido probar algo desconocido y pido un taco de flor de zapallo y uno de huitlacoche. La tortilla del taco esta hecha con maíz verde y el resultado es una masa color verde musgo. El de flor de zapallo tiene buen sabor y el relleno es de color blanco y naranja. El de huitlacoche me da un poco más de impresión, el relleno es completamente negro, de una textura áspera y un sabor que no puedo definir. Después de probarlos les agregó un poco de picante sólo para confirmar que mejor hubiera sido comerlos como me los sirvieron.
En el Parque hay un ex Convento y caminamos uniendo varias ermitas abandonadas a la vegetación del lugar. Volvemos al auto justo a tiempo para no mojarnos con la lluvia que amenazó toda la tarde pero nos permitió la caminata.
Una vez superado el trafico de vuelta, llegamos a casa y Evelyn invita a Rodrigo (uno de los chicos con los que salimos ayer) a cenar con nosotros.
Rodrigo es artista plástico oriundo de Oaxaca, una región bellísima (según dicen los que conocen) del sur de México.
La charla se extiende, hablamos de todo un poco, Evelyn nos muestra algunas de sus fotos (las de su tesis) y yo muestro fotos de Ushuaia y de mi familia y quedan impresionados (por Ushuaia, no tanto por mi familia jaja!).
Rodrigo promete organizar una excursión para llevarme al Volcán de Toluca o Nevado de Toluca, es un volcán en cuyo interior hay lagunas que se pueden visitar. Aprovecho a preguntar si la ceremonia que se hace el 15 conmemorando la Declaración de Independencia, en que el Presidente en persona sale del Palacio Presidencial y da el grito de la Independencia seguido por la multitud reunida en la Plaza era tan impresionante como me habían dicho y la respuesta fue “No vale la pena, pero debe ser bonito pa’ti siendo turista”. Y como si soy turista, pero no soy para nada mujer de multitudes decidí que era algo que me podía perder, después de todo la Independencia también se festeja en Guadalajara.
Más datos curiosos y no tanto:
- Pulque: bebida alcohólica y lechosa realizada con la fermentación del magüey (planta similar al aloe vera).
- En la Estación de Metro estaban promocionando un nuevo producto de Garnier (la marca de cremas) que se llama Clarify y promete que con su uso regular la piel queda 2 tonos más clara. ¿Esto existe en la Argentina? Quizás las publicidades sólo me llaman la atención porque observo más y en argentina no les daba bola, pero hay cosas que me hacen sentir que vivo en otro mundo o que me estoy volviendo loca. ¿Hasta dónde vamos a llegar por convertirnos en lo que no somos?
- En el Zócalo, al lado de la Iglesia van albañiles, electricistas y gasistas a buscar trabajo. Se sientan en su banquito con un cartel con la esperanza que alguien los contrate.
Me encanta el relato, como lo escribís con información interesante y gotas de humor. Estoy esperando el próximo día!!!
ResponderEliminarBel de Ushuaia
Ojo con el Pulque... es un camino de ida, ja!
ResponderEliminarCómo te cagó la tal Patricia!!! Bueno, al menos conociste una universidad parecida al 1er mundo.
Veo que tenés unas ganas bárbaras de meterte en líos con la cana, pese a detestarlos tanto... siempre desafiando las reglas!!! A quien vas a llamar cuando te dejen "guardadita" unos días? JAJA.
LO de la comida... y bueno, a quién se le ocurre comer cosas cuyo nombre ni siquiera puede pronunciar... huitlacoche? Averiguaste que viene a ser concretamente? Porque los nombres en nehuetl todavía no dicen mucho...
Qué loco lo de los tipos que buscan laburo en la plaza... me recuerda algún relato bíblico.
Por último, me la dejaste picando, no me podés culpar... no pensás probar el Clarify de Garnier? Después avisá si da resultados, jaja. Un beso grande
¡prefiro seguir siendo negro! y usar cremas humectantes...
ResponderEliminariorch, o jorge adrian iasich